“Based on an idea of primitive Americana, it can be seen as a mediation on the different sides of music and cultural perception, or a reflection of inherent imperfections”. Cintas desgastadas por el clima implacable, notas que emergen del polvo y la suciedad, estruendos homogéneos que absorben la contaminación exterior, incorporando sus imperfecciones en su materia interna. Los recuerdos del paisaje extendido afloran en el momento en que los primeros acordes surgen en medio de los sonidos archivados, armonías quietas que rememoran estadías temporales por la superficie rocosa y el suelo árido. Will Long continúa su travesía por los parajes amplios y las superficies de resonancias extensas, en forma de prolongados desarrollos donde cada nota se dilata hasta el horizonte más distante. A través de composiciones que se esparcen a lo largo de planos, empleando registros recogidos del sótano, Will Long edifica una música que requiere una predisposición especial, y que a su vez genera una sensación particular, una abstracción de la realidad externa. Ideas expresadas en grabaciones evaporadas en la inmensidad atmosférica, textos invisibles que traspasan el aire como fluidos etéreos cruzando la materia química. Celer, de manera regular, entrega sus sonidos al mundo, obras que capturan la historia en su modo particular, piezas que dan cuenta de momentos y lugares por medio de impulsos diferidos. Este año ya lleva varios trabajos publicados, entre ellos “Soryu” (Two Acorns, 2015), “Tempelhof” (Two Acorns, 2015) y “Jima” (I, Absentee, 2015). No obstante, el recuerdo más activo que de su obra más reciente tenemos son las imágenes que provocan “Sky Limits” (Two Acorns–Baskaru, 2014) [364], álbum editado al término de la temporada anterior. “Lo que emerge desde el interior de “Sky Limits” es de una belleza casi indescriptible, una corriente cálida de melodías que se desvanecen junto con el resplandor del paisaje, un ruido que se confunde con los tonos disipados por la oscuridad y que, a su vez, posee una intensidad en sus matices que deslumbra hasta eclipsar. Y todo esto ocurre mientras la ciudad transita por las horas… Acostumbrados a las grandes extensiones de música expansiva de Celer, estos fragmentos contienen momentos de una magnificencia inconmensurable, estruendos ambientales contenidos en instantes relativamente breves que sin embargo son inagotables”. Un recuerdo presente de las ondas auditivas de ese hermoso trabajo, que ahora acrecentan su efecto con nuevas vistas hacia el ruido lejano.

“Inspirado por el suroeste norteamericano, ‘How Could You Believe Me When I Said I Loved You When You Know I’ve Been A Liar All My Life’ es el nuevo álbum del músico Celer, aka Will Long, ahora residiendo en Japón. Extraído de un piano eléctrico y flauta de madera, loops de cintas fueron copiadas en cassettes quemados por el sol y un vinilo de prueba torcido, usando el formato más básico de efectos. Basado en una idea de la americana primitiva, puede ser visto como una mediación sobre los diferentes aspectos de la música y la percepción cultural, o una reflexión de las imperfecciones inherentes”. Publicado primero en CD por White Paddy Mountain, el label de Chihei Hatakeyama, y luego en LP y cassette por el mismo Celer a través de Two Acorns, este álbum de extenso título reúne una serie de grabaciones cuyo origen irregular es equivalente a la carga emocional que en él se contiene. Como es habitual en su música, las partituras transparentes permiten que el efecto de un solo sonido se propague hasta el borde de lo posible, acordes suspendidos sobre la superficie que alcanzan estadios superiores de conciencia. Celer elabora este trabajo utilizando instrumentación acústica, cruzando circuitos análogos, arrastrando la suciedad de materiales desgastados. Las melodías conservan ese deterioro proveniente del lugar donde se encierran estas formas, polvo circulando en mitad de los sonidos, estruendos contaminados entre los surcos y las delgadas películas de ruido ambiental, los cuales preservan esa belleza casual, exteriorización del esplendor que yace bajo las capas de suciedad. Por momentos el brillo inmanente limpia las impurezas, en otras estas cubren sus tonalidades cítricas. Estas delicadas resonancias de cromo magnético se desplazan esparciendo manchas sobre el suelo, rastros en la arena que desaparecen con las horas, con las olas del viento. Una de esas manchas permanece por más tiempo, el recuerdo de travesías por parte de la geografía del hemisferio norte. “Un par de años atrás hice un viaje con my tío de ochenta años de edad a través de algunos lados del suroeste norteamericano, donde la puesta de sol vuelve naranja las paredes de los cañones en la primera hora del atardecer y, después de medianoche, infladas nubes todavía se ven a través del cielo azul marino. En la mañana las colinas parecían brillantes blanqueadas por la luz del sol, y la vista desde lo alto del cañón era completamente silenciosa, excepto por el viento y los pájaros que pasaban ocasionalmente. En el distrito Needles los petroglifos de siglos de antigüedad se mezclaban con grafitos; latas de spray tiradas, medio sumergidas en la arena. Manejamos a través de caminos alternativos por La Sal Mountains, y a lo largo de la meseta gris barrida por el viento de Colorado. Pasamos las extensiones de Monument Valley, en los alrededores de Kayenta, tormentas se aproximaban en la distancia mientras adolescentes hacían dedo en el camino junto con tiendas temporales de recuerdos, solas como puestos de fuegos artificiales después de pasadas las fiestas. Ascendiendo sobre el desierto pasamos por Aspen, a través de los centros turísticos de ski y las mansiones de las celebridades, donde el ingreso familiar promedio es de US$69,000, comparado con los US$21,000 en Kayenta. Al día siguiente nuestro viaje terminó cerca de Ouray, la niebla pasando por encima del camino de árboles perennes”. Viaje familiar por las llanuras y el terreno abrupto, por las rocas y las piedras pequeñas depositadas por milenios, la variedad topográfica que es rememorada a través de estos latidos eléctricos. Sin embargo, como el mismo Will señala, la relación con estas historias de excursiones por el lado oeste de Norteamérica sólo vendría mucho más tarde, cuando la vida estaba asentada miles de kilómetros lejos. “Varios años después, luego de dejar California, reuní una colección de registros hechos con piano eléctrico y flauta de madera. Dos tracks fueron copiados en dos cintas de cassette quemadas por el sol que había encontrado en el tablero de un auto, y las otras dos en un test pressing de 12” torcido. Revisando estas piezas después de vivir en Japón por muchos años, inmediatamente me recordaron en ese viaje y lo que dejé atrás en Estados Unidos. Las cintas se agitaban y se atascaban, impregnadas del silbido y la suciedad. El disco saltaba, temblaba, pasaba y se salía. Aún con estas imperfecciones, reflejaba completamente mi recuerdo de los lugares y lo que representaban. Hay lados para todos, sea que eso te haga cambiar o no”. Esa colección de alusiones a su antiguo hogar es “How Could You Believe Me When I Said I Loved You When You Know I’ve Been A Liar All My Life”, obra de paisajes difusos, coloraciones ocres difuminadas en la línea horizontal. Esta obra de Celer tiene la apariencia de olas de óxido que se oscilan lentamente en enorme estanque de ácidos, materia que se disuelven al entrar en contacto con estructuras atómicas opuestas. Por medio de recursos orgánicos, Will Long produce una música estática, cuatro piezas en tres cuartos de hora que reposan calmas en la línea geográfica, sonidos que luego atraviesan una mecánica deteriorada que corrompe el recubrimiento pero no altera su núcleo armónico. Las líneas se repiten de manera constante durante los minutos, como mareas reiterativas volviendo sobre un mismo punto una y otra vez. Acordes reanudados formando círculos que ruedan en una superficie extensa. Cada pieza se sustenta sobre la base de hermosos motivos contenidos en segundos luego conectados uno tras otro, una melodía enlazada a su calco, copias formando imágenes de la panorámica pétrea. Notas que nacen en piano eléctrico y flauta de madera luego transformadas en bucles infinitos, mismos que después cruzan un sistema de películas dañadas, hasta desembocar en una belleza áurea que es esta obra. De hecho, “Bleeds And Swell Blends” parece ser más que un extracto de una música aún mayor, doce minutos que podrían ser una fracción breve de una tarde en las montañas, eufonía minúscula que avanza incansablemente hasta perderse en la visión nocturna. “These Dreams, How Portentously Gloomy”, donde el ligero soplo circulando por la madera se convierte en cadencias ambientales, donde las partículas contaminadas se filtran por el aire y la exhalación melodiosa, de nuevo convertido en registros circulares. “Natural Deflections” es una visión melancólica del terreno abandonado, nostalgia en la mirada hacia lo que quedó atrás, por medio del lirismo romántico de las texturas agrietadas y el brillo irradiante de sus tonos límpidos. Una simple escala musical que orbita alrededor de su eje durante el tiempo interminable. Finalmente “Acrimonious, Like Fiddles” exhibe los rastros apartados por el descuido temporal, notas que brillan por encima de las cintas magnéticas próximas a carbonizarse, acordes de un tenue reflejo que se deslizan sobre los rieles carcomidos. Un final aparente y los últimos segundos de la belleza consumida por la polución donde se escucha el más ínfimo eco de su efecto retardado, la tardía reverberación de las delgadas láminas de plástico. Todos estos registros son apreciaciones similares sobre la degradación del sonido, herramientas reales desde donde nacen melodías y luego pasadas por una mecánica escabrosa, rocas milenarias que se introducen en el interior de las estridencias leves.

“Revisiting these pieces after living in Japan for several years, they instantly reminded me of the trip, and what I left behind in the United States. The tapes fluttered and stuck, drenched in hiss and grime. The record skipped, wavered, and dropped in and out. Yet with these imperfections, it completely reflected my memory of the places, and what they represented”. Grabaciones recogidas y posteriormente aunadas en un álbum en el que acordes efímeros se propagan eternamente en la distancia temporal, sensaciones olvidadas vueltas a vivir gracias a formatos de encriptación alterados por el transcurrir de los años. Las melodías fugaces son cifradas en láminas que se pliegan incansablemente en la línea horizontal de la memoria frágil, notas orgánicas desdobladas. Will Long enlaza estas piezas momentáneas de acústica por medio de su desintegración material. “How Could You Believe Me When I Said I Loved You When You Know I’ve Been A Liar All My Life”, cintas áureas y loops ocres, la reverberación discreta de estratos de ruido a través de bucles infinitos.