Format: CD
Label: Spekk
Catalog: KK027
Release date: 3/5/14
Track list:
1 Zigzag
Release description:
Several years ago while living in the United States, I became interested in the minimalist music of the 1960′s and 1970′s, and new wave of the early 1980′s, with the steady pulses, the constant harmonies, and endless continuity. The music had a strong persistence, and while the listener can drift away from following it consciously, the rhythm stays grounded. In it there is something human, like a heartbeat.
At the time I had the idea to use this inspiration with my own music, giving the music a tempo, and a new pathway in a forward direction. I created Zigzag, and agreed to release the album through Spekk, but after several years, the project was delayed, and I went on to other projects, and the initial inspiration and concept disappeared.
In the summer of 2013, I found out that my wife and I would have our first child. Around this time, plans began to come together for the release of Zigzag. After missing the first few doctor’s appointments, I was finally able to attend, and for the first time heard the baby’s heartbeat. It seemed like such a fateful connection between the baby and the music. When new life begins, everything points toward the future.
– Will Long, 2014
Press reviews:
The Sound Projector
Elegantly dressed in its tapestry-like thick cardboard sleeve (a delicate Op’Art vertigo), ZIGZAG is one relatively ample piece of trembling drones, weightlessly varying from flute-like ascents to motor-like tremors. Eerie, tense and trip-y in a way that never seem to touch ground. Floating and drifting could have suited such a circular tapestry, save for that eerie overtone, without displaying any menace ever, though : actually, a listener could feel like standing at the center of those ascending/descending circles of variously tuned and pitched blows of air. Rings forming a multicolored cyclone in slow motion, all softened while incredibly loud and sustained. With a stubborn tension carried through the reverberating dynamics of the rings. Beautifully far from neutral as an experience. This takes you on a 49 minutes privileged ride amidst a turbulent timezone.
Monsieur Delire
Très beau disque de Will Long, une pièce de 48 minutes parcourue par une pulsation délicate, qui n’insiste pas mais qui perdure à travers le disque, même dans les moments où elle disparaît. C’est rare, une pulsation, chez Celer. Les notes diaphanes qui l’entourent s’étirent langoureusement pour former un paysage sonore animé d’un battement. Très réussi.
A beautiful new release by Will Long, a 48-minute piece through which runs a delicate pulse that doesn’t insist but endures, even in the periods where it disappears. A pulse is something rare in Celer’s music. The ethereal notes that surround this pulse stretch out languidly and form a shimmering soundscape. A simple idea perfectly executed.
Chain D.L.K
When Tokyo-based writer, educator, photographer, Two Acorns label manager and lively musician Will Long, whose project became a solo-one after his former partner-in-life and partner-in-art Danielle Baquet regrettably passed away for a heart failure in 2009, introduced this release by making a connection with a cheerful event of his life, the moment when he heard the heartbeat of his first child with his new wife in summer 2013. Heavily influenced by minimalist electronic music of the 60ies and 70ies as well as by cosmic riding of a number of German kosmiche muziek forerunner, this 40 minutes lasting suite, which should have been released by Spekk before the delaying of the project let the initial inspiration and concept dissolve, is a sort of ballet between a basic synth-driven pulsing sequence and a secondary one which repeatedly fades in and fades out by weaving entrancing harmonies, which could let you think about a pèossible sonic rendering of the matching of DNA double helixes, if you like your imagination got driven by Celer’s connection between the futuristic nuances of this lovely electronic suite and the new born life. However the gentle and somewhat cherubic pulsations, which could let you imagine an angel while making the Indian war cry by covering and uncovering its mouth with wings (!), and some moments of the record when synth-sequences sound like scattering over the infinite directrixes of outer space, could let you think about “Zig Zag” as an interception of a dialogue between angelical entities by SETI optical telescopes.
Hawai
La sensación de una música eterna y un ritmo persistente que fluye bajo la superficie de sonidos habituales es algo inquieta a más de una persona. Un flujo subconsciente de ruido que permanece en actividad permanente, un desplazamiento aparentemente estático tras una sombra de quietud. Estos rastros se pueden hallar ocultos detrás de la muralla de sonidos aplastantes, como una melodía infinita, así como también en fragmentos de melodías mucho más efímeras, extractos de tiempo fugaces como el movimiento de una hoja con el sol. Existen personas a quienes esto nos cautiva. Y existen otras personas las cuáles parecen develar ese ruido escondido, no solo temporalmente, sino cuyo cuerpo artístico se dirige hacia ese objetivo. Uno de ellos es Will Long. Desde hace nueve años ya, casi una década, que Will viene entregando regularmente extensos trabajos con extensas piezas que parecen dilatar el tiempo, o bien ser el reflejo de ese sonido que yace encriptado bajo la red visible. Son más de cien obras publicadas desde aquella primera piedra. En ese entonces era un dúo junto a su esposa, Daniel Baquet–Long. Después que ella nos abandonara es su proyecto personal, desde el año 2009. Música interminable desde el otro vértice del mundo, Celer es una fuente inagotable de sonidos espaciosos imposibles de contener en espacios reducidos, contra la ley de gravedad. Solo unos cuantos han alcanzando esta esquina de la tierra, y este es uno de ellos, amablemente enviado desde su hogar en Tokio.
Hace seis años Will, junto a Daniel, más Mathieu Ruhlmann, publicó “Mesoscaphe” (Spekk, 2008), un primer trabajo para Spekk, el label dirigido por Nao Sugimoto (mondii) y hogar de, entre otros, Taylor Deupree, Stephan Mathieu, William Basinski + Richard Chartier, Opitope, Federico Durand, Ken Ikeda, Joe Grimm, Janek Schaefer, Félicia Atkinson, Jefre Cantu–Ledesma, lo que estableció una relación cuya continuidad fue retrasada por el desgano de los días. Luego de varias obras, muchas obras más que quedan entremedio, vuelve a aparecer otra de sus piezas por la empresa japonesa, ahora la número veintiocho de su catálogo. “Zigzag” es un disco que también es una sola y profunda pieza encerrada en un diseñó impecable de Sugimoto, diseño personalizado en forma de libro horizontal donde queda atrapado el CD. “Hace varios años cuando vivía en los Estados Unidos, me interesé en la música minimalista de los años 1960 y 1970, y la new wave de la década de 1980, con los pulsos estables, las armonías constantes, y la continuidad infinita. La música tenía una fuerte persistencia y, mientras que el oyente puede dejar de seguirla conscientemente, el ritmo se mantiene conectado a tierra. En ello hay algo humano, como un latido. En ese momento tuve la idea de utilizar esta inspiración con mi propia música, dando a la música un tempo y un nuevo camino hacia adelante. Creé ‘Zigzag’ y accedí a lanzar el álbum a través de Spekk pero, después de varios años, el proyecto se retrasó y me fui hacia otros proyectos, y la inspiración inicial y el concepto desaparecieron”. Suele suceder que la mente se desvía hacia sitios diferentes y ciertas ideas quedan escondidas en alguna de sus esquinas hasta que vuelve a circular por los torrentes sanguíneos impulsados por el músculo del corazón. Cuarenta y ocho minutos, cuarenta y siete segundos. Un solo movimiento, un patrón de pequeños rincones en ángulo variable, aunque constante, trazando un camino entre dos líneas paralelas, que puede ser descrito como irregulares y regulares. Ángulos creados dentro del sonido que se desplaza de forma uniforme, dibujando líneas que ascienden y vuelven a descender en trayectos cortos, aunque percibidos como una enorme horizontal inmutable. En su interior, notas que parecen a veces estáticas en el aire, otras veces imposibles de estar quietas. El ritmo persistente no deja de emitir una luz parpadeante, un reflejo que destella en la oscuridad de su geometría inmóvil a la vez que impredecible. Es fácil entrar en la vorágine de esta música interminable, como fácil es dejarse atrapar en su red de segmentos cruzados. El audio integrado de esta obra lleva a la rendición irresoluta del oído y las demás extremidades, a perderse en el poder físico de su armonía oscilante. “Zigzag” es la escena capturada desde una distancia imposible de apreciar de una estrella que pestañea, una escena que se repite incansablemente con el retardo de la lejanía, fotografías en movimiento lento sometidas al delay del cansancio. La no posibilidad de prever el desplazamiento de sus imágenes no impide que la sensación al entrar en ella sea de ser absorbido. Aún en cualquier dinámica caótica ciertos parámetros se repiten, encontrar lo recurrente en el caos relativo. Las melodías se deshacen en los estertores de su centro variable y los ángulos de orientación dispersa, mientras el ruido se inclina en el suelo transparente.
“En el verano de 2013 me enteré de que mi esposa y yo tendríamos nuestro primer hijo. Alrededor de ese tiempo los planes comenzaron a reunirse para la publicación de ‘Zigzag’. Después de perderme las primeras citas con el médico por fin pude asistir y, por primera vez, escuchar los latidos del corazón del bebé. Parecía una conexión tan trascendental entre el bebé y la música. Cuando comienza una nueva vida, todo apunta hacia el futuro”. Los latidos del corazón determinan el pulso del aliento vital, y mientras descansan oyen la música que parece enterrada bajo la superficie, armonías que Will devela para arrullar el sueño de un cuerpo todavía frágil. Y lo hace en la confusión lineal de “Zigzag”, en el ruido que tiembla y parpadea tras las melodías inagotables.
Textura
A single long-form setting of forty-nine minutes duration, Celer’s Zigzag was borne out of Will Long’s interest in the minimalist music of the ‘60s and ‘70s and its steady, seemingly never-ending pulsation. A convincing homage to that tradition, Long’s piece floats like a softly whistling breeze, insistent enough to maintain a conspicuous presence yet also vaporous enough to recede from conscious awareness. There is a connection between the music’s rhythmic pulsation and the real world, specifically the heartbeat that Long heard at the doctor’s office in mid-2013 of the child that would subsequently be born to him and his wife. Zigzag was actually created years prior to that event, but circumstances forced the recording to be set aside as other projects assumed precedence. The coincidental timing of the album’s release and the arrival of new life struck Long as fatefully connected, and certainly the conjunction of the events can be seen as serendipitous, even if one dwarfs the other as far as ultimate importance is concerned. No instrumentation or production details are provided, but suffice it to say the music, a quietly entrancing shudder that ebbs and flows in peaceful yet nevertheless purposeful manner, exudes a clarity and purity consistent with minimalism of the most stripped-down kind.
Touching Extremes
Zigzag is an archetypical 48-minute ambient cloud, to be left resonating very softly in a setting where listeners can enter rooms of deeper knowingness that are usually kept unopen, taking notes about curious coincidences. In this writer’s case, the album’s release date (precisely synchronous with his 50th birthday) and the tacit relation between Will Long’s current Tokyo residence and an intriguing read on the comparative importance of quotidian acoustic events, heavy silences and less discernible factors in the conception of a score by an illustrious Japanese composer of the past. It’s in similar junctures – Celer offering many of them in a voluminous discography – that we should enhance the tendency to consider most everything that happens materially as utterly futile, the correlation of scarcely determinable sonic origins and respect for what’s inside an individual’s existential principles the only code to honor. Circumstantial facts do not matter any more, a mere description of the piece’s constitution appearing as a transgression of implicit rules. We learn that this project had remained in the drawer for years and was partially influenced by the historic pioneers of early minimalism (at that time, an interest of Long together with the New Wave of the 80s), but suddenly came to life in the period preceding the birth of his daughter. Still, this music refuses questioning and detailing, existing as one of the thousands of imperceptible influences that may invisibly modulate our mood’s hues in a given day.
Dark Room Rituals
Вопреки названию на обложке, на протяжении сорока восьми минут музыка на новом альбоме Уилла Лонга никаких непредвиденных зигзагов не делает – хотя необходимо отметить, что в рамках творчества «Celer» данный релиз звучит довольно неожиданно, удивляя своей фактурой. Уилл говорит, что некоторое время назад он был увлечен минимализмом 60-70-х годов, в частности, его привлекало то, что музыка на всем протяжении звучания оставалась неподвижной и, в то же время, непрерывно двигалась, смещалась, унося за собой слушателя. Неподвижности у «Celer» всегда было более чем достаточно, теперь пришло время движения – не на месте, не вперед и не назад, не вокруг какой-то конкретной точки, а просто абстрактного движения в неописуемом, бесконечном пространстве. Также на окончательное понимание того, что Уилл хочет сказать этим «Зигзагом», повлияло УЗИ – как и любой родитель, ожидающий появления ребенка, он присутствовал при этой процедуре вместе со своей женой и, как это обычно бывает, испытал сильное впечатление, услышав первый раз, как бьется сердце малыша. Все встало на свои места и альбом скоро был завершен. «Zigzag» основан на глубинных и атмосферных пульсирующих эмбиенсах, которые возникают в тишине, медленно проносятся мимо проникающими под кожу и заполняющими нутро вибрациями и тихо истончаются, оставляя после себя эхо, которое вплетается в общее звуковое полотно, расширяя его неясными полутонами и отголосками, помогая создавать то, что в итоге можно описать как «сдержанная красота». Эти пульсации также задают в композиции ритм: потаенный, утробный и примитивно-бесконечный, завязанный на самых базовых ритмах мироздания, без которых невозможно представить себе жизнь. В этом сакрально-перинатальном океане «Celer» царит умиротворение и покой, но, как и в жизни, здесь нет однотонности: иногда звуковые фракталы заворачиваются в более темные и плотные массивы, иногда истончаются до прозрачности, пропуская нежный солнечный свет, а порой свет и темнота плавно протекают рядом друг с другом, устраивая затейливую игру теней. Выбивающийся из общей массы релизов «Celer» альбом (впрочем, последние пару лет Уилл выпустил достаточное количество материала, демонстрирующее его активные поиски нового саунда для проекта), который, однако, не повредит слух преданного поклонника, наоборот, раскроет ему любимый проект с новой стороны. Всем любителям «бесконечного» эмбиента – безусловные рекомендации.
Bad Alchemy
Würde es nicht genügen, wenn ich nur jeweils die Überschrift nenne, die Will Long für seine Musik wählt, und alles andere der Phantasie überlasse? Vestiges of an Inherent Melancholy…Dwell in Possibility… Panoramic Dreams Bathed in Seldomness… Foolish Causes of Fall and Ruin… D’entre Les Morts… An Immensity Merely to Save Life… I, Anatomy… In the Fingerpainted Fields of the Eyes… Zigzag erscheint daneben zuerst prosaisch, hat es aber in sich. Es nimmt einem mit in seine Entstehungszeit vor mehreren Jahren. Damals hatte Long eine eigene Version von Minimal Music im Sinn gehabt, genauer: von Puls-Minimalismus. Aber dann kam so vieles dazwischen, das Material blieb liegen. Erst als er 2013 den Pulsschlag seines noch ungeborenen Babys hörte, fügte sich ein neues Zag an das alte Zig. Nao Sugimoto aka mondii, der für viele der unter dem Nature Bliss-Dach vereinten Label (Spekk, Plop, Panai, Lantern, flau) das Artwork besorgt, hat für Longs Oszillationen kongenial ein feines Wellennetz punktiert. Es lässt sich, wenn nicht als graphische Partitur, so doch als Mantra vors Auge führen, das den hypnotischen Effekt von Longs Pulsketten verstärkt durch das Muster, das auch bei tagträumerisch geschlossenen Lidern über die innere Leinwand flimmert. Die sehr schnell pulsierenden Oszillationen werden von langwellig mäandernden Dröhnwellen getragen. Zusammen wird das zum Luftkissen mit hohem Zig-Faktor für das up, up and away driftende Bewusstsein.
Faze
Die Klänge auf „Zigzag“ fließen und fließen und fließen. Weich wie Samt legen sich die Flächen in die Gehörgänge. Als Celer ver-langsamt Will Long mit „Zigzag“ fast 50 Minuten lang die Welt und bringt die Stille zum Leuchten. Die Ewigkeit dieser Harmonien sorgt für einen tiefen inneren Frieden. Wunderbar.
Norman Records
Celer’s torrent of releases seems to have slowed to a trickle of late, but it’s no surprise to see Will Long back on my review pile this week with another newie. This is one of two CDs out this week on Spekk which come in beautiful book-like oversized card sleeves. It probably won’t surprise you to learn that the disc itself contains beautiful understated ambient drones.
There’s only one track on here, but it’s long and it’s droney, full of subtle deep space synthesis and that drifts forward on shuddering modulated chords. It’s airy and minimal but also a little dark and unsettling, with occasional distant disembodied voices and subtly discordant swells of half-melody. It unfolds gradually into a mournful rhythmic quiver that drones on for a very long time. If you like drones, and you like Celer, you’ll probably find it very enjoyable.
Brainwashed
The second release is from the increasingly less prolific Celer is the single piece Zigzag that has a different, developed approach to Will Long’s penchant for ambient space. The most overt difference that is immediately noticeable is that rather than expansive drones, he instead works in the context of a rhythmic bounce dynamic, leading me to believe that the title could possibly be a reference to the waveform view of the piece or the amplification used in the final mix.
Beyond that, the other striking difference is a heavier use of layering and differing tones and textures throughout the 48 minute duration. The shifting tonal qualities and rhythmic feel adds to this, and even though the dynamics keep things pretty quiet, it never drifts off into the background like similarly sparse, minimalist recordings often do.
Musica Popolare
Il microcosmo artistico di Celer abbonda di creatività. Costui si propone con un lavoro decisamente difficile e poco fruibile, ma dalle enormi potenzialità. “Zigzag” corre lungo il binario della sperimentazione più pura. Linea retta longilinea e disincanta. Will Long (in arte Celer) compone e distrugge -a piacimento- piccole e destrutturate parti di un suono strambo ed onirico. Questa opera si presta a mille e differenti interpretazioni. Usurpazione metodica della bellezza, magnifica esaltazione delle luci e delle ombre. Contorno di acquerello che cola, colori scuri ed ambigui. Si rimane affascinati da tanta e perdurante oscillazione. I sogni sono torbidi e ben poco bilanciati. C’è una straziante rassegnazione nelle note sofferte di questo pezzo. Brano unico che caracolla e si imballa su soluzioni desertificate. Minuti lunghi e strazianti, che cavalcano l’onda anomala di una assurda mortificazione interiore. Complicato ed ambiguo, ma esageratamente bello…
Kindamuzik
Als Celer heeft Will Long sinds 2005 een overstelpende hoeveelheid releases het licht doen zien. Eerst samen met zijn vrouw, vanaf ongeveer 2009 solo en werkend vanuit Tokio. Zijn zachte, kalme en bedaarde ambient kent raakvlakken met Machinefabriek, met wie hij ook in een project betrokken is geweest. De rust en minimal music staan ook centraal op ZigZag.
Onder sterke invloed van de minimale componisten in de Verenigde Staten van de jaren zestig en zeventig, werkt Celer met aanhoudende pulsen, constante harmonie en schier eindeloze duur. Hij presenteert dan ook meanderende patronen waarop het in diepe gedachten verzonken heerlijk wegdrijven is. De ritmiek van de puls houdt je nog enigszins op aarde; weer al te new-agerig loszingen van enige realiteit blijft buiten de deur.
Menigmaal is beschreven hoe bijvoorbeeld in de repeterende figuren van Steve Reich een menselijkheid besloten ligt die overeenkomt met de hartslag. Long werkte jaren geleden al aan deze plaat die uiteindelijk stof begon te verzamelen en zo nagenoeg vergeten werd. Er was een sprong van Longs hart voor nodig om ZigZag op de juiste plek te doen landen. Hij hoorde in 2013 namelijk de hartslag van zijn aanstaande eerstgeborene en de klik was compleet: dit was het moment voor de plaat, nu zou ze uitkomen.
Celer geeft minimal music een nieuw tempo en een nieuwe context in het heden. De nieuwe start die hijzelf beschrijft, is natuurlijk nooit volledig. Ook Long draagt in zijn muzikale vezels het DNA van de werken van componisten van jaren terug met zich mee. Hij wijst met die bagage de weg naar een mogelijke toekomst. Daarin verbaast het niemand als Rosas een stuk van Celer oppakt en bewerkt voor dans. Daarin blijkt er voor minimale muziek nog genoeg te ontdekken; een wereld die opengaat doordat Celer de vinger nadrukkelijk en uiterst kundig aan de actuele pols weet te leggen: dit is minimal music anno 2014 in optima forma.
Ondarock
Quanto e più di quanto accade con altri nomi nel panorama dell’elettronica sperimentale, stare dietro alle uscite di Celer è un’impresa radente l’impossibile. Sin da quando al fianco di Will Long c’era anche la compagna di vita e d’arte Danielle Baquet – tragicamente scomparsa cinque anni fa – l’impressionante media di cinque-sei lavori inediti l’anno ha impedito di fatto a chiunque di tirare le fila del discorso sonoro di un progetto che ha esplorato l’universo ambient da una miriade di prospettive diverse per quanto affini. E se il buongiorno si vede dal mattino, questo 2014 pare essere iniziato già nell’ottica della saturazione creativa, con la bellezza di due dischi nei primi due mesi.
Proprio per quanto anticipato in partenza, dare una valutazione a un disco a firma Celer che sia appropriata e passi attraverso la necessaria collocazione dell’opera all’interno del suo percorso risulta missione ancor più ardua da compiere di quanto non sia tenere a mente l’ingente mole della sua produzione. Le certezze sul conto di Will Long sono in ogni caso due: la prima è che pochi suoi contemporanei (e non) sono riusciti ad interpretare i tratti figurativi del verbo ambientale in una maniera ammaliante e cristallina come la sua; la seconda è che l’esuberanza creativa, oltre ad essere una caratteristica prima, è sempre stato anche il suo vero, unico e (apparentemente) invalicabile limite.
“Zig Zag”, il prodotto più recente della sua (tutto fuorché) infinita creatività, ne è oggi un emblema significativo. Una lunga composizione di quasi cinquanta minuti costruita sulle più classiche coordinate sonore del marchio Celer: delicatezza, basso volume e tinte tenui. Ma stavolta non c’è il gelo polare di “Without Retrospect, The Morning” a ibernare in una sorta di sublime grafite, né il mare placido e riflettente di “Capri” a fungere da infinita riserva di contemplazione. Stavolta a mancare sono proprio le immagini: al loro posto, un drone circolare che torna su sé stesso in quella che è semmai un’auto-contemplazione, impegnato nel perenne tentativo di (auto)riprodursi in ogni possibile sfumatura.
Non si va, insomma, oltre il puro mestiere svolto per altro senza nemmeno una particolare dose di personalità, limitandosi ad un calco sbiadito del Marsen Jules meno ispirato. Due anni fa avevamo lodato senza mezzi termini le doti di quello che resta uno dei fuoriclasse della stagione ambientale proliferata verso la metà del decennio Dieci. Parole in cui crediamo ancor oggi ma che il buon Will Long sembra ogni tanto morir dalla voglia di smentire, dando alle stampe forme perfette prive di una sostanza creativa che in nessun artista potrebbe essere mai sufficiente a far fronte a decine di dischi in dodici mesi. L’acuto a firma Celer di questo 2014 ha in ogni caso ancora da venire, e noi saremo qui ad aspettarlo con la fiducia che altrove ha ampiamente dimostrato di meritare.
Rockerilla
Per pochi artisti sperimentali come per Will Thomas Long ognuna delle loro numerose pubblicazioni rappresenta un tassello della propria storia umana ed emozionale. Il materiale sottostante all’unica traccia di quasi cinquanta minuti di Zig Zag risale a qualche anno fa, quando l’artista californiano aveva approfondito la conoscenza del minimalismo e della wave tra anni ‘70 e ’80, ma vedono la luce solo oggi nel pieno della sua nuova vita giapponese, in simbolica contemporanea con la nascita del suo primo ha uno svolgimento lungo e graduale, incentrato su frequenze prodotte da synth modulari, tempestate da micro-impulsi appena al di sopra del livello di una percezione ipnotica.